Un verdadero caballero by Virginia Camacho

Un verdadero caballero by Virginia Camacho

autor:Virginia Camacho [Camacho, Virginia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-07-14T00:00:00+00:00


27

A la mañana siguiente, cuando Sarah abrió sus ojos, encontró que su marido ya no estaba a su lado. Luego, advirtió que estaba en un lugar extraño, otra vez, y se sintió muy confundida. ¿Dónde estaba? ¿Qué lugar era este?

Buscó la salida y poco a poco su visión se fue aclarando, y con ella, su mente. Estaba en su casa, en Albermale; esta era la habitación principal, habían llegado ayer, y había mucho por hacer.

Se levantó dándose cuenta de que el día estaba bastante claro, lo que indicaba que había dormido demasiado, y se detuvo cuando sintió un pequeño tirón en su vientre. Sus pies no estaban hinchados, pero le asustó este extraño dolor. Miró en derredor, pero nadie entró a ayudarla.

Un ruido afuera atrajo su atención, y volvió a intentar ponerse en pie, esta vez con mejor éxito.

Santo cielo, se reprochó. Tanto, tanto que hacer, y ella durmiendo. Ahora recordaba que incluso tenía invitados, lord Portland y lord Ross… Y no había alimentos, ni una mesa, o un plato decente en los cuales servirles. Y ella durmiendo…

Sue llegó cuando ya estaba vestida, y le ayudó a atarse lazos que habían quedado flojos, y poner más pinzas en su cabello rojo. Sarah bajó las escaleras que llevaban al gran salón y se encontró a Clare y Agnes dirigiendo al personal. Tori era la más indicada para ser la jefa de criadas, y con ella hablaban, mientras las otras se agrupaban esperando órdenes. Al ver a la señora, varias de ellas suspiraron; Sarah se preguntó si acaso le estaban reprochando el haberse levantado tarde, y no pudo evitar sonrojarse.

—Mi señora, estamos agrupando a las mujeres por secciones de servicio…

—Ya lo veo —sonrió Sarah, y miró uno a uno el rostro de las mujeres. Reconocía a la mayoría, entre ellas, a Lea. Tomó aire y miró a Tori buscando su ayuda—. Vos debéis conocer mejor que yo sus habilidades, así que, por favor, velad porque las envíe a los lugares adecuados.

—Sí, mi señora. —Sonrió Tori. Sarah le pedía guía y corrección sin que pareciera que ella no era capaz por sí misma. La vio enviar a algunas a las cocinas, otras a la lavandería, y a la limpieza general del castillo. Solo hizo una observación cuando envió a una chica que sabía hacer velas a las tareas de limpieza de los dormitorios, y esta se sorprendió de saber de estas habilidades. De inmediato la cambió de lugar.

Con firmeza, pero sin llegar a ser tirana, Sarah asignó las tareas de este día en especial, que eran muchas, y bajo su supervisión empezaron al fin. Primero, hubo que buscar palos de madera con los que armar escobas, otro grupo se dedicó a sacar de todas las habitaciones del castillo muebles viejos y quemados, y a separarlos por los que podían ser reutilizados, o los que definitivamente eran solo leña. Las cocineras se dedicaron a lavar todo el lugar, y allí gastaron la poca agua que encontraron en el pozo. A las mujeres les sorprendía lo quisquillosa que era Sarah con la limpieza, y que no escatimara en el uso del jabón.



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